Esto me suena de algo

Por Mayú Sidi

Comiendo cacahuetes y envuelto en una kasaya caminaba un monje.
Su caminar era pausado y en instantes gozaba de silenciosa plenitud.
«Ojalá este estado de por vida» se decía.

Estaba en su camino, pero no era fácil sanar un alma tan corrompida.
Un corazón que había sido herido y fumigado.
El olvido de la esencia de las virtudes, un cuchillo entre los dedos.
Amenazas falsas a un alma sincera.

Suponía que debía de haber un por qué.
El coraje absorbido por las dudas, maleable como plastilina.
Atendiendo a encrucijadas y preocupaciones.
Al corazón y al alma ¿Cuándo les corresponde su turno?

Y cuando el oleaje lo hubo arrastrado a sanarse, aún ponía pegas.
No era fácil sanar un alma tan corrompida.
Al menos comenzaba a conocerse.

Volvió su rostro hacia sí mismo, un tímido reojo.
Al corazón y al alma ¿Cuándo les corresponde su turno?
Seguían salpicando pretextos, pero aquel reojo iba cobrando vida.
Tanto que amar, tanto que servir, pero a él debía emprender a sanar.

«Esto me suena de algo» se dijo.
Seguir en el hilo sería volver al olvido.
El tacto del desarrollo palpaba sus cicatrices.

Aquel era el momento.
En el cual entre unas sábanas simples.
Caminaba un monje, comiendo cacahuetes.

Publicado por lamagiadeladiversidad

Anécdotas de u mundo sin fronteras.

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